MANUAL. LA ÉTICA DEL CUIDADO EN SALUD MENTAL

MANUAL. LA ÉTICA DEL CUIDADO EN SALUD MENTAL

Editorial:
ELSEVIER
Año de edición:
Materia
Enfermería
ISBN:
978-84-1382-202-0
Páginas:
200
N. de edición:
1
Idioma:
Español
Disponibilidad:
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Capítulo 1. Cuidar los derechos humanos. Desafíos y oportunidades para las enfermeras especialistas en salud mental 1
Capítulo 2. Ética, bioética y deontología profesional de la enfermería de salud mental 9
Capítulo 3. Proceso de toma de decisiones éticas en los cuidados de salud mental 21
Capítulo 4. Responsabilidad profesional y mala praxis 31
Capítulo 5. Dignidad humana en el ámbito de la salud mental 41
Capítulo 6. Privacidad y confidencialidad 51
Capítulo 7. Consentimiento informado en la práctica de los cuidados de salud mental 67
Capítulo 8. Transgresión de los límites profesionales. Derechos humanos y violaciones de la integridad física y mental 73
8.1. Dilemas éticos ante prácticas coercitivas: involuntariedad, aislamientos y contenciones 73
8.2. Impacto de la violencia de género en la salud mental de las mujeres: cuestiones
éticas en el cuidado 86
8.3. Tan lejos, tan cerca. Otras formas de violencia de género: mutilación genital, matrimonio forzoso y crímenes de honor 103
8.4. Gestar para el mercado: la comercialización del embarazo 112
8.5. Pornografía. El placer del poder 126
8.6. Prostitución como riesgo para la salud pública 135
8.7. Detenidos y presos: desafío al papel de las enfermeras de salud mental 141
8.8. Comprensión y cuidado de las personas migrantes y refugiadas 156
Capítulo 9. Investigación en cuidados en salud mental 175
Capítulo 10. Movimientos asociativos en el ámbito de la salud mental en defensa de los derechos humanos 183
Índice alfabético 199

La salud mental es una cuestión de salud pública. En numerosos estudios se relaciona la prevalencia de los trastornos mentales con las rápidas transformaciones sociales que se están produciendo y que obligan, a la vez, a un cambio de paradigma respecto a la propia conceptualización de los trastornos mentales y respecto a los mejores abordajes posibles a realizar desde el sistema de salud, principalmente, pero también desde el social y el educativo. A la vez, otros estudios hacen una llamada a una mayor conciencia sobre la fragilidad de la vida y, en consecuencia, a la necesidad de dar y recibir cuidados. Ya nadie duda, o no debería dudar, de que el cuidado forma parte de nuestras vidas. Cuidar es la base de la vida y de él depende nuestro bienestar. El bienestar es el objetivo nuclear del cuidado, que implica considerar siempre la percepción de la persona sujeto de cuidado y su potencial a desarrollar, su situación y su entorno para promocionar, mantener o restablecer la salud. Desde esta idea de salud como proceso, en mayor o menor medida todos los profesionales de la salud –y también del ámbito social y educativo– mostramos a las personas el camino hacia la salud. Contribuimos muchísimo a ello conscientes de que, para algunas de ellas, este camino puede ser relativamente llano, pero para muchas otras es un cantizal. Para otras, un laberinto intransitable o, sencillamente, un corto recorrido. Pero en todos los casos, como en todos los senderos de la vida, lo que es fundamental es quien camina a tu lado y te acompaña. Las enfermeras estamos en este lado de la historia vital de las personas porque conocemos bien los efectos de los diferentes impactos que se producen en este caminar, que se manifiestan de formas muy diversas y que tienen nombres como ansiedad, estrés, soledad, depresión, aislamiento, dolor físico, enfermedad, etc. La lista es larga, el abordaje, complejo y las dificultades para su desarrollo en términos de satisfacción de necesidades básicas y no solo de enfermedades, mucho más difícil todavía. Las enfermeras sabemos que es bien distinto «estar sano» de «sentirse bien». Cada día, en el hospital, en la atención primaria, en la red de salud mental, en el mundo del trabajo o residencial y un largo etcétera, gestionamos situaciones de personas que están «oficialmente sanas», libres de una etiqueta diagnóstica de una enfermedad pero que se sienten realmente mal. Y, por otro lado, las enfermeras también conseguimos que personas en final de vida se sientan bien. La ética en general y la ética del cuidado en particular nos invitan a reflexionar sobre ello. La ética enfermera es una ética del cuidado, porque el bien intrínseco de la profesión enfermera es el cuidado: eso tan aparentemente simple y fácil y que las enfermeras hemos convertido en cuidado profesional con toda su inmensa riqueza y toda su enorme complejidad. Los trabajos de Montserrat Busquets, que resume brillantemente en el artículo Descubriendo la importancia ética del cuidado (2019) ayudan a comprender cómo el valor ético del cuidado «se presenta como clave para encontrar respuestas a las preguntas y dilemas éticos de la sociedad de hoy, aportando un marco de referencia y una forma de actuar para aplicar principios universales a las situaciones reales y viceversa reformular los principios universales de acuerdo a las situaciones concretas». Así, nos recuerda la autora, no hay que confundir la vulnerabilidad y la dependencia con la falta de autonomía; la persona en situación de vulnerabilidad puede vivir autónomamente, puede ser capaz de proteger sus intereses si dispone de ayuda, porque cuidar no es dirigir al otro sino ayudarle a autodirigirse, aunque su situación de vulnerabilidad sea máxima. Todo ser humano es esencialmente vulnerable y aumenta su fragilidad cuando fallan los soportes necesarios para hacer frente a las dificultades que le impactan y lo exponen a situaciones, no solo como las referidas anteriormente, sino también a las de abandono, aislamiento o desarraigo, e incluso de renuncia a los derechos de ciudadanía por cansancio extremo y claudicación; situaciones donde urge el cuidado profesional sustentado desde una mirada disciplinar enfermera, integradora, de trato atento, que le permita recuperar y mantener una forma de vivir autónoma y procure por su calidad de vida, aun en condiciones de total dependencia. Urge pues una transformación de la forma de trabajo en los sistemas de salud, sociales y educativos como urge todavía más la necesidad de consensuar las actuaciones entre distintos actores profesionales, sociales y políticos, así como los recursos para hacerlo posible. Son necesarios recursos como el libro que nos ofrece la Asociación Española de Enfermería en Salud Mental (AEESME), que hacen el camino más accesible, más seguro, más riguroso, porque ayudan a consolidar una posición ética sólida desde el cuidado enfermero a fin de situar el valor de una vida digna en el centro del ejercicio profesional. Este libro tiene el propósito de desarrollar conciencia y sensibilidad para identificar, mantener y generar preocupaciones éticas en la práctica de Enfermería de Salud mental, nos recuerda teorías éticas, conceptos, principios y modelos de toma de decisiones y estrategias para su desarrollo y la toma de decisiones. Es un recurso que nos permite ganar en reflexión y oportunidades de posteriores diálogos, que nos abre nuevas posibilidades para atrevernos a acompañar mejor a toda persona en situación de vulnerabilidad al tiempo que se la reconoce como sujeto de derechos y de participación. Sin derechos ciudadanos, no es posible el respeto a la dignidad. Solo puede que celebrarse y agradecer inmensamente a sus autoras y autores tantas aportaciones que nos invitan a consolidar conocimientos a la vez que nos impulsan a avanzar en la comprensión contextualizada de la persona y a afianzar el cuidado como referente ético desde la experiencia, el saber y el conocimiento enfermero de sus profesionales.